Si, ponle canción al que no tiene voz.
Canta al gato de callejón que viste de reojo desde la ventana del taxi.
Canta a esa señora vulnerable, a ese oficinista condenado que escribe poemas, a esa chica que piensa en cirugía y llora. A los que te cruzas por la calle.
Canta a las victorias del día a día que no tienen canciones, llenas de derrotas hermosas, anónimas.
Al que busca donde dormir y al que no puede aunque tenga cama. A tantas ventanas entreabiertas. A los horarios y calendarios, al sagrado desorden.
Canta al grito sordo de aquí se acabó, al nunca más que se vuelve a repetir.
Canta a lo sencillo, a lo mudo, a lo que pasa a tu alrededor.
Fíjate, no llores y canta.